Las manos son una de las zonas más visibles del cuerpo, además de la cara y el cuello. Cada vez son más las pacientes que, además de un rejuvenecimiento facial, nos piden una mejora del aspecto de sus manos que delata su edad.
El dorso de una mano atractiva y saludable se caracteriza por una piel jugosa y elástica, carente de manchas y una ligera plenitud subcutánea que cubre las venas y los tendones. Con el paso de los años y el efecto de los rayos solares en una zona habitualmente expuesta a ellos va a dar lugar a la aparición de manchas o lentigos solares, la pérdida de elasticidad de la piel que adquiere un aspecto apergaminado, a la aparición de arrugas. La piel y la grasa subcutánea se atrofia lo que hace que las venas y los tendones sean más evidentes.
Existen varios tratamientos que consiguen eliminar las manchas, producen una hidratación de los tejidos y con ello aumenta del grosor de la piel, mejorando su aspecto y logrando una piel brillante y sin arrugas.
Los peeling consiguen eliminar los lentigos solares o manchas de la piel.
La infiltración de ácido hialurónico produce una hidratación de la piel, que adquiere un aspecto jugoso y elástico. El ácido hialurónico es un producto biocompatible y reabsorbible, por lo que para conseguir un resultado perdurable en el tiempo se debe de repetir el tratamiento anualmente.
La infiltración de plasma rico en plaquetas extraído de una pequeña muestra de sangre. Las plaquetas contienen factores de crecimiento que inyectados en los tejidos, en este caso en el dorso de la mano, tienen un efecto regenerativo. Para conseguir resultados duraderos son necesarias varias sesiones a lo largo del año.
La infiltración de grasa o lipofilling a nivel subcutáneo en el dorso de las manos consigue, por un lado, restituir el grosor de la cobertura del dorso de las manos y con ello que las venas y los tendones no sean tan evidentes. Además, la grasa es el tejido del organismo más rico en factores de crecimiento, por lo que vamos a conseguir un efecto regenerativo.
Los injertos de grasa se obtienen mediante una pequeña liposucción de la zona del abdomen o cara interna de los muslos. La grasa obtenida se somete a un proceso de purificación y posteriormente se inyecta a través de unos pequeños orificios en el dorso de las manos. El tratamiento puede realizarse bajo anestesia local y de forma ambulatoria.
En el postoperatorio es habitual que se produzca un edema en el dorso de las manos, por lo que es importante aplicar compresas frías en las primeras 24-48 horas, y la elevación de las extremidades. El paciente puede presentar molestias locales.
Gran parte de la grasa injertada quedará definitivamente en su nueva localización, por lo que el efecto que esta tiene en los tejidos del dorso de las manos, a diferencia de los tratamientos anteriores, será definitivo.